Se va diciembre pero las novedades siguen llegando

La bandeja de los viernes
Viernes 22 de diciembre de 2023
El año se despide de a poco, pero las novedades siguen llegando, ¿quién dijo que tenemos que esperar a que comience el calendario para elegir nuestra nueva lectura?
Pasen y vean lo nuevo que acaba de llegar, cinco opciones para elegir a gusto y piacere:
La llamada de lo extraño
H. P. Lovecraft
La parte maldita
Celebrado y reconocido por sus cuentos e historias de horror cósmico y por su habilidad para crear mitologías ficticias que influenciaron e influencian a generaciones de escritores, cineastas y artistas, H. P. Lovecraft también dedicó una buena parte de su obra a reflexionar sobre el género de terror y su escritura.
En sus ensayos y cartas ―que alcanzan la monumental cifra de las decenas de miles― Lovecraft se revela ya no solo como un eximio escritor, sino también como un lector avezado, un estudioso de la literatura y un crítico agudo, completamente consciente de las tradiciones sobre ―y a partir de― las cuales elaboraría una filosofía y una estética propias.
Leer los ensayos de Lovecraft nos permite un fascinante acceso a su mente creadora, a sus técnicas y procedimientos, al andamiaje que actúa en el reverso de sus ficciones.
Desde una historia del género (quizá la más completa y valiosa hasta la fecha) hasta un compendio de ideas y consejos de escritura, los textos aquí reunidos abarcan, desde la mirada del genio literario, el amplio abanico de la teoría y la práctica del horror.
Las hierbas del camino
Natsume Sosek
Satori Ediciones
Soseki narra los encuentros y desencuentros de personajes en coflicto con una destreza reservada solo a los maestros de la prosa. Partiendo del suspense inicial causado por un misterioso "hombre sin sombrero", Soseki mezcla instantes del monótono presente con pigmentos de la infancia perdida para pintar el retrato del protagonista: un autorretrato pesimista, sobrio y angustiado.
Considerada unánimemente su obra más autobiográfica, narra la vida de Kenzo, un alter-ego del propio Soseki y con el que comparte hechos vitales trascendentales y características psicológicas: hijo no deseado de sus padres biológicos, luego adoptado para ser rechazado por los padres adoptivos; esforzado profesor de Inglés que regresa tras una estancia en el extranjero; marido taciturno, hosco y egoísta.
El hechizo del verano
Virginia Higa
Sigilo
La felicidad puede encontrarse en una pista de patinaje sobre hielo, no importa las veces que caigas ni lo estrepitosas que sean las caídas. En hacer un muñeco de nieve, o en revisitar argumentos para convencer a una amiga rusa de lo apasionantes que son las novelas de Jane Austen, o en descubrir el erotismo de los Juegos Olímpicos mientras se intenta aprender a tirar con arco y flecha. "Qué maravilla estar entre humanos y no entender nada", afirma Virginia Higa en el primer párrafo, regalándonos casi sin proponérselo una contraseña de lectura para este libro repleto de asombros e impresiones.
Unos meses antes de publicar Los sorrentinos, su aclamada primera novela, Virginia Higa se fue a vivir a Estocolmo, en donde formó una familia y comenzó a escribir estos textos que combinan de manera personalísima el ensayo y la crónica como una forma de dar cuenta de cómo es vivir en un país de noches largas y abundancia de vocales. Un recuento de los amigos y amigas que recibe en su casa sueca la lleva a una hermosa reflexión sobre el sentido de la hospitalidad. La crianza de un niño pequeño, a descubrir los límites de una sociedad así como alianzas inesperadas. En la senda de sus admiradas Hebe Uhart, Natalia Ginzburg y Wisława Szymborska, Virginia Higa puede posarse tanto en las pequeñas como en las grandes cosas y no hace distinción entre la curiosidad intelectual y la experiencia sensible.
El hechizo del verano es una invitación a abrir la mirada y a dejarse encantar por el humor, la inteligencia y la enigmática belleza de las palabras, como en las buenas conversaciones.
No binarix
Genesis P-Orridge
Caja Negra
Escrito de manera vertiginosa, con la conciencia de su propia muerte acechando después de un diagnóstico de leucemia, No binarix es el tipo de memoria que podríamos esperar de alguien que asumió la técnica burroughsiana del cut-up como misión vital. Cortocircuitar el control implicó para Genesis P-Orridge una práctica expandida, que no solo debía aplicar a su medio privilegiado, el lenguaje, sino también a las formas de vida establecidas y a su propia identidad. Esta memoria, por lo tanto, será todo menos convencional. Fluida. Fragmentaria. Mutante. No binaria porque el sujeto y el objeto, la figura y el fondo se fusionan y entrelazan. El yo está constantemente intervenido por su relación con lxs otrxs: el mismo William Burroughs, Ian Curtis, Timothy Leary y Lady Jaye, con quien decidió acabar con el paradigma masculino/femenino y dar nacimiento a un nuevo ser unificado, dos mitades de una nueva totalidad pandrógina.
No binarix es también el testimonio vibrante de una época revolucionaria, que teje en su narrativa experiencias contraculturales y estéticas pioneras como lo fueron el grupo de arte performático extremo COUM Transmissions, las bandas industriales Throbbing Gristle y Psychic TV y, por supuesto, la aventura esotérico-comunitaria conocida como El Templo de la Juventud Psíquika. Experimentos que le valieron redadas policiales, acusaciones de obscenidad y hasta una temporada de exilio entre Katmandú y los Estados Unidos.
Esta historia de creación y destrucción, es el trabajo final de unx artista únicx e inclasificable, su legado, y al mismo tiempo una inspiración para las nuevas generaciones de pionerxs e inconformistas.
Mi padre el pornógrafo
Chris Offutt
Malas tierras
Cuando Andrew Offutt murió, su hijo Chris heredó un escritorio, un rifle y ochocientos kilos de porno. Andrew fue considerado el rey de la pornografía escrita del siglo xx, con una carrera literaria que comenzó como un medio para pagar la ortodoncia de su hijo y que pronto cobró vida hasta alcanzar su punto álgido durante la década de los setenta, cuando la popularidad comercial de la novela erótica llegó a su apogeo. Con su esposa ejerciendo como mecanógrafa, Andrew escribió desde su casa en las colinas de Kentucky, encerrado en una oficina en la que nadie osaba entrar, más de cuatrocientas novelas. Pero, cuanto más escribía, más crecía su ambición y más difícil era para sus hijos formar parte de su mundo. En el verano de 2013, Chris regresó a su ciudad natal para ayudar a su madre, ya viuda, a salir de la casa de su infancia. Cuando comenzó a leer los manuscritos y las cartas de su padre, por fin tuvo la oportunidad de conocer a aquel hombre difícil, voluble y, a veces, cruel al que había amado y temido a partes iguales, y se dio cuenta de que en ausencia de su padre podría dar sentido a su vida y a su legado.